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MARINA
ZAVALIA
“VIAJANDO SOLA, LA INTENSIDAD SE DISPARA, LOS SENTIDOS SE POTENCIAN, LA INTUICION CRECE, LAS ANECDOTAS SE MULTIPLICAN. PORQUE UNO TIENE LA ATENCION PRENDIDA CONSTANTEMENTE. NINGUN DETALLE PASA POR ALTO. ESTA SENSIBILIDAD FUE EL LLAMADO A HACER DE MI ESTILO DE VIDA, MI PROYECTO PROFESIONAL.”


Nací en Buenos Aires, pero mi vida transcurrió entre el campo en La Pampa y La Cumbre, Córdoba. Recorrí el país a caballo y a pie.
Me recibí de abogada con diploma de honor en la Universidad de Buenos Aires, pero me empujaba la curiosidad por descubrir el mundo. En ese entonces había viajado mucho más por libros que por mi propio andar, y tenía un deseo imparable de explorar y conectar con todo lo que desde chica había imaginado a través de mis lecturas.
Así fue que dejé el título en el cajón y me fui con mis ahorros a recorrer Europa. En la estación de tren, mis destinos jamás eran ciudades y en mis paradas siempre bajaba sola, para llegar a mi hospedaje entre valles y montañas. Así recorrí los Alpes Suizos y Austriacos, las tierras altas de Escocia, la isla de Skye, la Selva Negra, y el corazón verde de doce países siempre con un ferviente impulso hacia la montaña.
Volví a Buenos Aires decidida que quería instalarme en las sierras cordobesas, donde viví durante años y aprendí a volar en parapente en la búsqueda de seguir afianzando mi libertad. Trabajé en una compañía internacional como Territory Manager teniendo la posibilidad de recorrer la Argentina en su totalidad, encontrando siempre el espacio para seguir viajando, recorriendo también Africa, Europa y América.

Africa fue sin lugar a dudas un antes y un después en mi vida. En Tanzania, fui tocando puertas hasta dar en una escuela donde realicé un voluntariado ayudando en educación. Pero la realidad es que fueron estas tierras las que tanto me enseñaron a mí. Terminadas las clases, me fui sola a explorar la naturaleza más inherte, donde mi brújula fue únicamente mi espíritu aventurero.
Sin hablar el idioma, no tuve otra opción que aprender los códigos africanos, desarrollando mi intuición en su máxima potencia, conviviendo con la incertidumbre y el caos, y adentrándome en un juego contra tiempos, cambios, suposiciones y fundamentalmente contra mí misma. Vivencias mágicas.





Hoy con 30 años, llegué a conocer 16 países sola, algo irónico puesto que es cuando más gente conozco, más se genera el lugar al encuentro y al sentirme en casa. Así fui construyendo amistades que son familia a lo largo del mundo.

Hoy quiero invitarte a viajar conmigo por Argentina, el país para mí más generoso en naturaleza, tradición, hospitalidad y cultura. Haciendo honor a mis raíces y a mi bandera. Siendo la libertad la que definió mi esencia estos años, representada por el vuelo libre que me regala el parapente, el caballo, la aventura, la montaña, la tierra virgen, mis viajes, mi curiosidad y mi espíritu, nació Ankaterra.


Encontré en ANKATERRA cuya definición es Tierra del Aguila, un nombre que materializa en su totalidad el valor de la libertad.
